En su soledad, sentados frente a frente
a la hora de siempre y en la misma mesa
café de por medio, la misma pareja
de mediana edad y pinta de buena gente.
No les queda resto para otra jugada.
Se torció el camino... Se dio vuelta el viento.
Les pudo el fracaso y le resentimiento
y hoy son dos ejércitos en retirada.
Ay desamor, desamor...
negro desamor...
feroz desamor...
Casi sin mirarla, él le habla de puntillas
con frases muy cortas mientras ella niega
con los ojos fijos en la taza y juega
mecánicamente con la cucharilla.
Se sacó del bolso tal vez un anillo
lo tiró en el mármol y sonó a mentira
Él busca su mano y ella la retira
con la excusa de encender un cigarrillo.
Qué triste se ve.
Qué lejos está.
Tanto que olvidar
y nada que decirse.
Quién diría que
un día también
se quisieron y tal vez
fueron felices.
Mientras él, inmóvil se quedó sentado
ella muy despacio llegó hasta la puerta,
abriéndose paso entre las horas muertas
y la indiferencia de los parroquianos.
Y tras el cristal de la cafetería
calle abajo la siguió con la mirada
impotente, viendo cómo se alejaba
sin volver la cara el último tranvía.
Qué triste se ve.
Qué lejos está.
Tanto que olvidar
y nada que decirse.
Quién diría que
un día también
se quisieron y tal vez
fueron felices.
Y mañana la mujer de la limpieza
junto a las colillas barrerá del suelo
unos besos mustios y un mechón de pelo
algo pisoteado por la clientela.
Joan Manoel Serrat
a la hora de siempre y en la misma mesa
café de por medio, la misma pareja
de mediana edad y pinta de buena gente.
No les queda resto para otra jugada.
Se torció el camino... Se dio vuelta el viento.
Les pudo el fracaso y le resentimiento
y hoy son dos ejércitos en retirada.
Ay desamor, desamor...
negro desamor...
feroz desamor...
Casi sin mirarla, él le habla de puntillas
con frases muy cortas mientras ella niega
con los ojos fijos en la taza y juega
mecánicamente con la cucharilla.
Se sacó del bolso tal vez un anillo
lo tiró en el mármol y sonó a mentira
Él busca su mano y ella la retira
con la excusa de encender un cigarrillo.
Qué triste se ve.
Qué lejos está.
Tanto que olvidar
y nada que decirse.
Quién diría que
un día también
se quisieron y tal vez
fueron felices.
Mientras él, inmóvil se quedó sentado
ella muy despacio llegó hasta la puerta,
abriéndose paso entre las horas muertas
y la indiferencia de los parroquianos.
Y tras el cristal de la cafetería
calle abajo la siguió con la mirada
impotente, viendo cómo se alejaba
sin volver la cara el último tranvía.
Qué triste se ve.
Qué lejos está.
Tanto que olvidar
y nada que decirse.
Quién diría que
un día también
se quisieron y tal vez
fueron felices.
Y mañana la mujer de la limpieza
junto a las colillas barrerá del suelo
unos besos mustios y un mechón de pelo
algo pisoteado por la clientela.
Joan Manoel Serrat
O desamor é o mal do século. Casais que lutam para manter as aparências e se rasgam de sofrimentos e traem, e claudicam e permanecem juntos. A ciência não pode medir a totalidade dos destroços de uma separação. A ciência não pode medir o tamanho da solidão dos que preferem permanecer juntos.
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Cheguei em Miracema depois de uma viagem, cronometrada e perfeita. Deixei as meninas numa festinha de colegas e fui sozinho pro Bunda. Lá, os amigos de sempre, a atenção de sempre. Alguns são modelos raríssimos de casais felizes. Desses que saem de madrugada só pra ouvir música no carro. Que fazem tudo juntos. Que amarram o cardaço do outro. Tenho mais inveja desses. Que conseguiram suplantar as tormentas juntos. Que permaneceram juntos depois das tempestades. Que se reconstruiram juntos.
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Laura e Luisa excedem no afago que têm por mim e não permitem que o espaço fique completamente vazio. Vou pegá-las depois de uma meia dúzia de cervejas e damos uma volta na velha Miracema chuvosa e vazia para conversar e ouvir música. É mágico e delicado estar com minhas filhas.
..........................................................................
A cidade volta aos poucos a ser parte de mim. Por muito tempo, tudo isso aqui era estranho e deixou de ser meu. Parecia distanciar-se de mim a cada vinda. Uns pouquíssimos amigos, filhos, a possibilidade do isolamento em Odete Lima. Agora parece mudar. Não quero perder essa sensação boa do menino em seus quintais. Como se pedaços de passados pudessem serzir uma costura leve e agradável. Quero voltar a ela.
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Cheguei em Miracema depois de uma viagem, cronometrada e perfeita. Deixei as meninas numa festinha de colegas e fui sozinho pro Bunda. Lá, os amigos de sempre, a atenção de sempre. Alguns são modelos raríssimos de casais felizes. Desses que saem de madrugada só pra ouvir música no carro. Que fazem tudo juntos. Que amarram o cardaço do outro. Tenho mais inveja desses. Que conseguiram suplantar as tormentas juntos. Que permaneceram juntos depois das tempestades. Que se reconstruiram juntos.
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Laura e Luisa excedem no afago que têm por mim e não permitem que o espaço fique completamente vazio. Vou pegá-las depois de uma meia dúzia de cervejas e damos uma volta na velha Miracema chuvosa e vazia para conversar e ouvir música. É mágico e delicado estar com minhas filhas.
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A cidade volta aos poucos a ser parte de mim. Por muito tempo, tudo isso aqui era estranho e deixou de ser meu. Parecia distanciar-se de mim a cada vinda. Uns pouquíssimos amigos, filhos, a possibilidade do isolamento em Odete Lima. Agora parece mudar. Não quero perder essa sensação boa do menino em seus quintais. Como se pedaços de passados pudessem serzir uma costura leve e agradável. Quero voltar a ela.
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